Me tembló la mano
Verlo
de cerca, pensativo, imponente, con su uniforme verde olivo, sonriente en
ocasiones, respetuoso como un padre con los pioneros, es la imagen que me viene
a la mente, después 38 años, cuando este guajiro tuvo la oportunidad de tirarle
por primera vez fotos a nuestro Comandante en Jefe.
Eran
las festividades por el XX Aniversario de la fundación del Segundo Frente
Oriental Frank País García, dirigido por el comandante Raúl Castro Ruz. Me
encontraba a una distancia prudencial de la presidencia. Montado en un jeep
junto a su hermano Raúl, Fidel se trasladaba hacia el Mausoleo donde se guardan
los restos de los combatientes del Frente, para encender la llama que lo dejaba
inaugurado.
Estaba
nervioso porque ni siquiera tenía en las manos un tele-objetivo que me acercara
su rostro lo más cerca posible. Conversando con Jorge Oller, fotoreportero del periódico
Granma en aquel entonces, este, muy
serio, me dice: ¨Estas embarca´o, a la distancia que estamos y con ese lente el
Jefe ni se ve. Rápidamente, mete la mano en su bolso y saca un objetivo que le
cae a la caja a mi flamante Nikon¨.
A
pesar de ser una mañana fresca, el sudor corría por mi cuerpo, era la década
del setenta cuando comenzaban mis andares como fotoreportero en el mundo del periodismo
en el Combatiente, órgano del
Ejército Oriental. Como mozalbete, en cada trabajo que me daban sentía el miedo
de no cumplir con las expectativas. La ¨guajirés¨ que siempre me ha acompañado es
responsable de que en ocasiones no tome una buena foto.
El
jeep se acercaba raudo al Mausoleo y me vienen a la mente los consejos de Mario
Cuang, profe que me introdujo en el mundo de la fotografía, quien en sus clases
me decía que la mejor foto se tomaba en el próximo trabajo, que no tuviese miedo, poniéndole el corazón todo sale bien. Los años han pasado, varios
sofocones he tenido en mi carrera.
Pero
este que les cuento es el principal. El Comandante baja rápidamente junto a Raúl
y toma la antorcha. No sé qué me pasa, estoy nervioso y, al enfocar al
Comandante, la mano me tiembla. Apresuradamente, me concentro y logro una de
las mejores imágenes de mi vida profesional.
El
Comandante cumple 90 años. Del primer momento se sale, he tenido la oportunidad
de estar a su salo en varias ocasiones, y tomarle imágenes a la altura de su
figura. Valga esta reflexión, aunque sea personal, para recordar unos de los instantes más felices
que he tenido en mi vida.