En el Techo de Cuba
Karina Marrón, Elder Leyva y Michel Hechavarría / ¡ahora!
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Al conocer la misión de volver por tercera vez al Pico Real del Turquino, unido a la comitiva de jóvenes holguineros que nos representará en el IX Congreso, me dispuse nuevamente a caminar entre nubes, respirar profundo, tocar lo que me rodea, escuchar los sonidos de las aves autóctonas, observar cada detalle y sentirme parte del bosque nublado de la Sierra Maestra. Me fue fácil decir que sí, estaba convencido que podía llegar a la cima más alta de Cuba, aunque otros pensarán que no.
¡Por Santiago!
Los delegados, encabezados por su primer secretario en la provincia, Osmay Viñals, tuvieron un encuentro con la historia en la Heroica Ciudad de Santiago de Cuba.
El recorrido dio inicio en el cementerio de Santa Ifigenia, con 194 años de existencia y más de 10 mil tumbas, lugar donde reposan importantes próceres de nuestra historia como Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, Mariana Grajales, la Madre de todos los cubanos y José Martí, nuestro Héroe Nacional.
De igual forma, en este sitio reposan los restos de figuras preponderantes, Emilio Bacardí y Elvira Cape para la ciencia, y nuestros queridos Pepe Sánchez y Francisco Repilado, conocido como “Compay Segundo”, quienes escribieron páginas memorables dentro de la cultura cubana.
Hicimos estancia obligada en el otrora Cuartel Moncada, hoy Ciudad Escolar 26 de Julio, con una matrícula de más de 2 mil 500 escolares, donde inició el último período de lucha. El cual trajo consigo la autodefensa de Fidel Castro Ruz, la denuncia de todos los males que padecía el pueblo de Cuba en un alegato conocido como “La Historia me Absolverá”. Por último la visita a la plaza de la revolución Antonio Maceo, donde los holguineros conocieron un poco más de la trayectoria del Titán de Bronce.
Camino tras la historia
Los rayos del sol en el amanecer marcaron la salida de los hijos de la Patria Chica de Fidel y Raúl, que se disponían a recorrer la distancia de once kilómetros para llegar el punto mas alto de la mayor de las antillas, el Pico Real Turquino el cual exhibe majestuoso sus mil 974 metros de altura.
Los delegados holguineros se dividieron en tres columnas, las cuales eran representadas por Ernesto Che Guevara y nuestra insignia nacional la primera, Camilo Cienfuegos y la bandera del Movimiento del 26 de Julio, la segunda y la tercera llevaba el estandarte de esta organización político-juvenil y la imagen de Julio Antonio Mella.
Los jóvenes comenzaron el escabroso ascenso entre la tupida vegetación que definía las fronteras del sendero que surca el macizo montañoso más extenso del país, la Sierra Maestra, donde el de cursar de los más bisoños dentro de nuestro ámbito político era matizado por el dulce trinar de las aves más endémicas de la fauna cubana.
Durante el ascenso no faltó la solidaridad de unos con otros, donde primó la caballerosidad de los hombres hacia las mujeres presentes en aquella marcha demostrando lo mucho que nos ha legado en cortesía nuestra identidad.
No obstante cuando alguno se quedaba atrás o simplemente deseaba saber dónde estaban sus compañeros. Y la respuesta proveniente de la avanzada con el efecto de un eco por la resonancia causada por las ondas sonoras al chocar con las paredes de las montañas era: ¡En Congreso!
Fueron aproximadamente cinco horas que necesitamos para llegar al punto culminante del macizo montañoso más grande del país, el Pico Real Turquino, donde en su cima existe un busto de nuestro Apóstol, puesto allí años atrás gracias al patriotismo de nuestra Celia Sánchez.
Ya en la cima se efectuó un homenaje al Apóstol, el cual fue proseguido por un acto político cultural donde fueron reconocidos los presentes, quienes retomaron algunos de los temas que serán abordados en la cita juvenil del país.
Haciendo caminos
Confieso que con todo el cansancio de una semana de trabajo el domingo se vuelve para mí un día sagrado, así es que hubo un momento en que casi desisto de participar en la acampada que organizó la UJC en Sao Corona de Birán, para al día siguiente recorrer una distancia de 7 km y participar junto al pueblo de Santiago de Cuba en el acto por el aniversario 132 de la Protesta de Baraguá y el décimo del Juramento.
Por un instante estuve muy cerca de darle la razón a quienes dijeron que “una caminata no es estímulo” y que “eso de dormir en el suelo no es ninguna gracia”, pero por suerte el diablito interior no logró vencer el deseo de conocer y de estar allí en uno de esos pequeños momentos que construyen la historia que otros leerán más adelante.
No es pretensión, sino la certeza de que este IX Congreso de la UJC ya es histórico, no porque sea la frase que se usa siempre en estas reuniones, sino porque se debate un asunto medular: la continuidad de la Revolución. Precisamente por la seriedad de esta convocatoria es que algo tan informal como una acampada resultó para mí tentador y atrayente. No siempre la UJC se permite reír, propiciar el espacio para conversar y hasta defender acaloradamente nuestros puntos de vista sobre un universo infinito de asuntos, bañarse en el río con un short prestado de alguien que alguna vez se sentó a nuestro lado en una reunión, tomar caldosa, perder el miedo a cantar en público y estrechar amistad con alguien a quien conociste en otra actividad.